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Las pruebas de contrato permiten un control cuantitativo de calidad en aquello que va a imprimirse.

Es una simulación anticipada de cómo serán los resultados una vez impreso el trabajo. Se le conoce como prueba de contrato porque actúa como un pacto entre el impresor y el cliente, en el que acuerdan el resultado impreso final para el trabajo que va a imprimirse. Funciona como referencia del producto a imprimir y como prueba contractual, ya que normalmente esta prueba va firmada tanto por el impresor como por el cliente.
Para que este tipo de prueba pueda considerarse como prueba de contrato es necesario que se establezcan una serie de parámetros y normas estándar como por ejemplo, ISO 12647-6, que garanticen la legitimidad de la prueba.

Prueba de color que sirve como base legal (es decir: Como contrato de facto) entre un cliente y un impresor para juzgar si el trabajo final se ajusta o no a la calidad acordada entre ambos. Para que haya esa validez se entiende que:

 

  1. Ambos acordaron algún tipo de prueba de color con una tolerancia de error predeterminada con respecto al resultado final.
  2. El cliente dio su aprobación a la prueba (usualmente firmando y poniendo algo del tipo “visto bueno”), lo que permite al impresor proceder a la impresión y acabado del producto.

Los rangos de tolerancia de error es un punto clave de este tipo de pruebas y debe poderse medir (en el caso del color usualmente con valores límite pactados de aceptación o rechazo, en términos de ΔE (Delta E).

En algunos casos y países, la pruebas de contrato final incluye de forma explícita especificaciones como el número de copias, las tintas o acabados especiales, el nombre del cliente y el modelo o método de control (CMC, delta E 2000, etc.). Al firmarla y devolverla el cliente no sólo acepta la calidad sino también todos los otros detalles.

 

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